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BIOCOMBUSTIBLES SOLIDOS

Dentro de las múltiples facetas que tiene el uso energético de la biomasa, queremos céntranos en los biocombustibles sólidos dirigidos a la generación térmica, y su utilización en los sectores residencial y servicios.

Para conseguir una simplicidad y fiabilidad en la utilización de la biomasa para este fin, hemos de conseguir acercar los productos obtenidos, a las necesidades que el mercado actual demanda. Sin duda creemos que la facilidad de gestión y utilización del combustible, su comodidad, y confort, determinan la decisión de uso, por encima, en muchos casos, del factor coste o factores medioambientales, teniendo en cuenta la generalidad de los poténciales clientes.

Hoy los combustibles que empleamos masivamente en nuestros hogares son fluidos, (gasoil, o gas), habiendo desplazado a los que históricamente se han utilizado (leña). Su facilidad de gestión y automatización de su combustión, han creado un estado de la técnica, al que no podemos renunciar si queremos introducir con éxito cualquier tecnología de generación de calor distribuido.

Por tanto hemos de fabricar productos, que aunque mantengan su naturaleza sólida, se comporten como fluidos, pudiéndose transportar en camiones con carga y descarga a través de tubería, y puedan emplearse en estufas y calderas cuyos quemadores permitan regularse con precisión.

Existen, básicamente, dos formas de conseguir esto: el astillado, y el peletizado

El término astillas indica genéricamente un combustible derivado de la trituración de la madera virgen procedente de diferentes fuentes: podas desmenuzadas, deshechos de serrería o biomasa procedentes de las actividades forestales (corte de monte bajo, aclareos, cortes de conversión, etc.). El tamaño y la forma de los trozos de madera varían  en función del material de origen y del tipo de máquina utilizada para la trituración

Las calderas de astillas utilizan madera virgen cortada en pequeños trozos de unos centímetros de tamaño, cargados automáticamente a través de dispositivos mecánicos especiales.

No tienen límite de tamaño, pudiendo alcanzar potencias de incluso varios MW térmicos. El rendimiento y el confort son los mismos que los de las calderas de gas o gasóleo.

Por sus características de automatización y ahorro de actividad, los sistemas de astillas están especialmente indicados para la calefacción en edificios de tamaño medio o grande, como hoteles, escuelas, comunidades, hospitales y  centros comerciales.

Una de las prácticas mayormente estandarizada es la transformación y densificación de la biomasa mediante un proceso de granulado, obteniéndose; “pellets”. El producto tiene indudables ventajas; tanto en su almacenamiento, como en su transporte, manipulación, y en la gestión optima de su combustión.

A causa de la forma cilíndrica y lisa y del tamaño pequeño, el pellet tiende a portarse como un fluido, lo que facilita el movimiento del combustible y la carga automática de las calderas. El transporte puede realizarse con camiones cisterna, desde los cuales se bombea directamente al depósito de almacenamiento del sistema. La alta densidad energética y la facilidad de  movimiento hacen del pellet el combustible vegetal más indicado para sistemas de calefacción automáticos de todos los tamaños. El pellet de madera puede utilizarse en las calderas de astillas o en calderas proyectadas especialmente para pellet. Es posible incluso utilizar el pellet en algunos modelos de calderas de gasóleo, a través de quemadores especiales.

Los sistemas de combustión en los que se utilizan se adaptan a sus características, habiendo aparecido una importante industria de estufas y calderas que cubren cualquier rango de necesidad del mercado. En algunos caso empresas absolutamente especializadas con importantes departamentos de investigación y desarrollo y con capacidades de producción de miles de unidades por año.